PEDAGOGÍA Y AJEDREZ
AJEDREZ Y DIVERSIDAD
¿CÓMO PUEDE CONTRIBUIR AL TEMA LA INSERCIÓN INSTITUCIONAL –ESPECIALMENTE LA ESCOLAR- DEL AJEDREZ?
A: “El señor Palomar ve asomar una
ola a lo lejos, la ve crecer, acercarse….”
En una escuela secundaria del
conurbano bonaerense, albores del siglo 21…
-“¿Quién sabe jugar ajedrez?”
Pregunto en un intermedio en la clase primer año.
Seis alumnos levantan la mano con
sorpresa y con sonrisas levemente esbozadas.
Luego, en el recreo, estoy jugando con
ellos en una de las mesitas del patio. Muchos chicos y chicas se acercan,
preguntan, ayudan a mi rival ocasional…Se genera un nuevo mundo, algo así como
un micromundo fantástico…Llevar un tablero y trebejos a la escuela me lleva a
indagar cómo confluyen el
ajedrez, con la cultura, las instituciones y la diversidad. Confluir, fluir,
afluir, ondear, y la imagen de las olas ondulantes que se forman a lo lejos y
llegan a las playas.

B: La Ola del ajedrez multicultural.
El ajedrez es un juego, mixtura de varios juegos

Durante el siglo XIX el Ajedrez - ya
arraigado en el continente americano- acompañaba a los ejércitos en sus
campañas. El mismísimo General José de San Martín era un buen
ajedrecista; también jugaban ajedrez Necochea, Lavalle, José María Paz y
otros tantos jefes militares, así como políticos de la talla de Rivadavia.
En los salones de las familias acomodadas de la Buenos Aires poscolonial se
practicaba ajedrez, donde las damas y los caballeros combatían el tedio en
parte de sus veladas. Sin embargo, las primeras formas organizativas del
ajedrez en Argentina comenzaron en los cafés de la ciudad de Buenos Aires,
considerando al “Café Lloveras” como el precursor, donde los mejores
jugadores de la ciudad porteña se congregaban a mediados del siglo XIX en las
mesas de ajedrez a cambio de unas económicas tazas de café. También el
ajedrez se practicaba en clubes, como el Club del Progreso y otros, hasta que
se fundó el “Club de Ajedrez” , el primero en Argentina, un 15 de junio de 1881 sito en Suipacha esquina Rivadavia de la Ciudad de
Buenos Aires. El ajedrez se expande en nuestro país y se lo ensambla a la
cultura nacional; a mediados del siglo XX comienza a hacerse popular, hay
torneos, publicaciones en los diarios, noticias en las radios, un cuarto puesto
en París del Equipo Argentino en 1924, el match Alekhine-Capablanca que se
organiza en la Capital Federal en 1927, el Torneo de las Naciones de 1939, los
subcampeonatos Olímpicos a mediados de siglo, Campeones mundiales juveniles
como Panno, Fischer-Petrosian en 1971…todos estos eventos y tantos otros no
hicieron más que generar oleadas de ajedrez en la sociedad argentina, incluida en
sus instituciones. Y esas olas ajedrezadas comienzan a irrumpir en algunas Escuelas,
a fines del siglo XX y en especial a principios de este siglo…
C: La Ola de la escuela multifuncional.
La Escuela no es un juego: fue creada
por los Estados y las Religiones cristianans europeas hace cinco siglos. En sus
aulas, la autoridad del maestro podía convertir a jóvenes a una determinada
religión, luego convencerlos de su nacionalidad, de manera colectiva a partir
del siglo XIX. Las dos primeras Revoluciones Educativas golpeaban con sus Olas
ideológicas a las escuelas de tantas culturas en todo el mundo, aunque todo iba
“viento en popa” para las autoridades. Pero la tercera Revolución Educativa
llegó reforzada por la Revolución Cultural. Aunque la autoridad del Estado
mermaba sin mencionarse claramente, permitió concebir la educación como un
derecho más que una obligación, un refugio a la sociedad de consumo y un
reducto donde se considera importante la corriente moral. El mundo se abrió más
allá de las aulas, gracias a la televisón en los hogares de millones de
familias. Mientras se cuestionaba la utilidad de las aulas, llega la cuarta
Revolución Educativa, montada en la ola de la Revolución Digital, con Internet
en la cresta. El docente reproduce los contenidos oficiales en medio de un
nuevo ambiente socio-tecnológico en el cual sus alumnos pueden crear y
compartir contenidos en múltiples formatos. A pesar de que la tercera y cuarta Revolución
Educativa parezcan oleadas que interfieren destructivamente contra la ola
escolar, aunque en menor amplitud, se mantiene actualmente vigente, ya que no
es sólo un conjunto de aulas, sino que es un sistema de educación que satisface
parte de una necesidad social. Una educación que posibilita el crecimiento del
individuo desde la edad más temprana, hasta la reproducción social y cultural.
Los que más vayan a la escuela
aumentarán sus chances de un mejor futuro, tener más acceso a diversas
culturas.
D: “….cambiar de forma y de color,
envolverse en sí misma, romper, desvanecerse, refluir”
Así que estamos inmersos en ondas
culturales milenarias, centenarias y otras más lozanas, que se suman a las
institucionales, ahora enfocado en la comunidad educativa. En la escuela, los
alumnos están en la formación de su propia identidad; en parte, tomada por su
realidad del entorno, también en las pantallas que aceptan como parte de su
mundo, mentada como “Realidad Virtual” (¿No es un oxímoron?). En este siglo, la
realidad es más compleja como múltiple, y la visión del “otro” es parte del
entramado de la cotidianeidad. Por lo tanto, dentro de la institución educativa,
sus integrantes deben tomar una postura surgida del consenso respecto a la
diversidad cultural imperante; a partir de la cual se proyectan prácticas
educativas concretas. La respuesta educativa más acorde en estos tiempos se
basa en la aceptación o el “diálogo intercultural”, porque la escuela tiene el
potencial para lograrlo, también porque se puede consumar en armonía la
multiplicidad de identidades en un contexto escolar. Si consideramos a cada
alumno, docente, directivo o auxiliar como una onda sonora, combinadas pueden
dar como resultado una armoniosa sinfonía; la diversidad ya no es algo que debe
negarse o limitarse, sino todo lo contrario, reafirmarse y enriquecerse a base
de respeto y reflexión. Cuanto más recursos colaboren para este objetivo, su
concreción se hace cada vez más prometedor; y es allí donde el ajedrez puede
aportar en este propósito, el Ajedrez Escolar en especial si se lo vuelve más
institucional. El ajedrez es un juego que posee gran riqueza simbólica, muy
aprovechable para guiar al docente en su vinculación con el teatro, historia o
matemática, además de promover la convivencia democrática, de ofrecer la
oportunidad de pensar con autonomía.
Mientras tanto, en mi escuela intervengo llevando mi juego de
ajedrez para disputar partidas amistosas con mis alumnos y sumar una ola
“ludicultural” que trascienda en ellos.
¡Cuánto se puede conocer al otro a
través del juego! Se puede establecer un rito de negociaciones, intercambios de
ideas bajo reglas consensuadas…

Autor del Trabajo:
Profesor M. Caballero (h)
Agradecimientos:
Licenciado Javier Caramia
Bibliografía consultada
-
“Historia del ajedrez argentino”. Tomo I. Copié, José.
Editorial De los Cuatro Vientos, 2007.
-
“Historia del Ajedrez”. Gomez, Gabriel Mario. Editorial
Planeta, 1998.
-
“Homo ludens”. Huizinga, Johan. Alianza Editorial/ Emecé
Editores. 2007.
-
“Los orígenes del Ajedrez, lo que opinan los
historiadores”. Romeo M.C. 2006
-
Revivir las aulas. Un libro para cambiar la educación.
Debate. Capítulo I. Las cuatro revoluciones educativas, págs. 21-31. RIVAS,
Axel (2012) Bs. As. Editorial
-
La diversidad cultural en las organizaciones educativas,
María de los Ángeles Sagastizábal (Revista Novedades Educativas, Año 15 N° 153-
Noviembre 2003)
-
GVIRTZ, Silvina, GRINBERG, Silvia, ABREGÚ, Victoria (2012)
LA EDUCACIÓN AYER, HOY, MAÑANA. El ABC de la Pedagogía Editorial Aique, Buenos
Aires, 2012 - Fragmento inicial del capítulo 1, páginas 13-33.
-
JUEGOS INOCENTES, JUEGOS TERRIBLES GRACIELA SCHEINES,
(1998), BS. AS. EUDEBA (Páginas 11-33)
-
Ponencia del Comité Científico, Múltiples dimensiones del
ajedrez escolar, Javier Caramia