LA ÚLTIMA PARTIDA
Por Salo Flor, Gran
Maestro
Salo Flor |
Cuando en 1954 los ajedrecistas soviéticos
llegamos en avión a buenos Aires, muchos de nosotros nos apresuramos a visitar
esa misma tarde el gran Club Argentino de Ajedrez, donde en el año 1927
contendieran A. Alekhine y J. Capablanca en el match para la disputa del título
mundial. La mesita y las figuras con que jugaron los dos famosos maestros son
el orgullo del Club.
En el match URSS-Argentina, en
esa mesita y con estas figuras tuvieron el honor de jugar D. Bronstein y M.
Najdorf.
En los medios ajedrecísticos se
dudaba de que Alekhine pudiera vencer seis veces al cubano. Eran también muchos
los que no creían que Capablanca fuera capaz de ganar seis partidas a Alekhine.
Empero, al cabo de 75 días de difícil pugna, las agencias
telegráficas de Buenos Aires daban la siguiente noticia: “Alekhine está a punto
de alcanzar su objetivo”.
Y así fue. Al día siguiente,
Capablanca se dio por vencido en la 34º partida, que había quedado aplazada.
¡Final! Triunfó Alexander Alekhine por 6-3 (25 tablas). Ofrece interés que
Capablanca abandonara en la 34º partida y felicitara al nuevo campeón por
escrito. Manera un poco extraña de congratular…
La formidable victoria de
Alekhine puede calificarse de histórica. El genio resultó triunfador frente a
la técnica de Capablanca, al que se llama ajedrecista autómata.
El acto oficial para la proclamación
del campeón tuvo lugar en un banquete el 9 de diciembre. Capablanca no asistió.
Fue un gesto poco fino por parte del diplomático de Cuba. Ni palabra, ni por
escrito oyó la opinión pública de Capablanca la frase tradicional de “¡Viva el
nuevo campeón del mundo!”
Como testigo, puedo certificar
que cuando en 1935 cedió el cetro (por dos años nada más) al gran maestro Max Euwe,
Alekhine exclamó en voz alta: “¡Viva el doctor Euwe, nuevo campeón del mundo!”
Bien pronto, a poco de terminar
el duelo en Buenos Aires, comenzó una enérgica ofensiva en….¡el papel!
En las publicaciones mundiales de
ajedrez aparecieron cartas en las que el cubano exigía la revancha. Se sucedían
desafíos y las “notas diplomáticas” de ambos maestros con frecuencia con tono
áspero. En fin, se convirtieron en enemigos de verdad.
Lo que ocurría es que Capablanca
deseaba modificar las condiciones en el aspecto del juego y en el sentido material.
Alekhine rechazaba con razón esta exigencia insistiendo que el match revancha
se disputara en las mismas condiciones que el de 1927.
Pasaron nueve años desde el match
de Buenos Aires. Y por fin se celebró un torneo con la participación de ambos
maestros. Fue en el año 1936, en Nottingham. La partida despertó enorme interés.
Los rivales empezaron por no saludarse. Después, Capablanca hizo la primera
jugada y…se alejó del tablero. A su vez, Alekhine hizo lo propio. Así, de esta
forma original, transcurrió toda la partida y los numerosos fotógrafos que asistían
al encuentro no consiguieron sacar ninguna foto siquiera de los dos maestros
juntos frente al tablero.
La partida fue ganada por
Capablanca y en la prensa se promovió de nuevo gran alboroto en torno al match
revancha, máxime que el cubano había actuado con éxito en el importante torneo
compartiendo los dos primeros puestos con M. Botvinnik.
¡Pero el match revancha no llegó
a celebrarse!
En la vida del hombre suelen
darse muchos casos de interés, imprevistos. ¡Acaso no fue una ironía del
destino que en el torneo de los ocho grandes maestros celebrados en 1938 en
Holanda, por capricho del sorteo de enfrentarse Capablanca y Alekhine el 19 de
noviembre, fecha en que el cubano cumplía los cincuenta años!
Jamás olvidaré ese día en la
pequeña ciudad holandesa de Arnhem. Media hora antes de comenzar la rueda
encontré a Alekhine en la peluquería.
-Muy bien, hoy hay que arreglarse
como es debido- le dije.
El campeón del mundo me repuso
breve y todo nervioso:
-Me esforzaré en que la cosa
transcurra sin solemnidades.
Sólo más tarde comprendí el
sentido de sus palabras.
Al comienzo de la velada, el
público felicitó a Capablanca: flores, regalos, discursos. En general, el acto resultó
agradable. Sólo Alekhine llegó con retraso. ¿Fortuito? Es difícil decirlo. Posiblemente
recordara la ausencia de Capablanca en el banquete de 9 de diciembre de 1927 en
Buenos Aires.
Dio comienzo el juego. A punto
fijo que Capablanca estaba predispuesto a hacer tablas para quedar enseguida
libre y celebrar el cumpleaños. Más no es cosa fácil hacer tablas con Alekhine
de no quererlo éste.
AVRO 1938 |
El campeón se mostró muy agresivo
y aplastó sin piedad al homenajeado. Al asestar tal derrota amargó por completo
la fiesta al cubano que hasta bien entrada la noche no pudo reponerse del
descalabro sufrido.
Nosotros, los participantes en el
torneo, no podíamos pensar en aquella partida, disputada el día del cumpleaños de
Capablanca pasaría a la historia del ajedrez como la última que jugaron entre
sí los famosos ajedrecistas.
He aquí cómo transcurrió. (CLICK EN EL ENLACE)
Aquí las negras consumieron el
tiempo reglamentario; pero con el mismo éxito podían haber abandonado.
Reviste curiosidad el hecho de
que este triunfo Alekhine igualó el resultado de todos los encuentros con Capablanca.
¡La pugna de un cuarto de siglo finalizó en tablas! Cada maestro tenía en su
haber siete victorias y 33 tablas el
total de partidas disputadas por ellos en los diferentes torneos celebrados en diferentes continentes.
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