EL PRIMER TORNEO DE AJEDREZ SE JUGÓ EN LONDRES EN
1851
(Basado en el
relato de Ernesto Maeder,
Revista AJEDREZ mayo 1958, Editorial SOPENA )
Crystal Palace por dentro |
El primer torneo que recuerda la historia del
ajedrez, en el que intervinieron renombrados
maestros —en
cierto modo
podríamos calificarlos de la escuela romántica— fue el que tuvo lugar en Londres en el año 1851. Competencia internacional que inició una
importante época, tuvo la virtud de popularizar el juego y propulsar su estudio y progreso
técnico. Aparte del interés histórico que reviste, lo rodearon incidencias y detalles curiosos, cuando no pintorescos, interesantes de recordar en nuestros días.
Crystal Palace (‘Palacio de Cristal’) sede de la | Gran Exposición |
Hacía
tiempo que los ajedrecistas ansiaban la realización de una justa para dirimir quiénes eran los mejores
maestros y esperaban
también que la bibliografía ajedrecística se enriqueciera con la compilación de nuevas partidas magistrales. También debía
aprovecharse la ocasión, para establecer y unificar ciertas reglas del juego, hasta
entonces bastante variadas y confusas.
La
competencia tuvo lugar en un momento propicio,
pues se llevó a
cabo mientras se realizaba
una Gran Exposición
Internacional en
una época tranquila y progresista, creando una atmósfera realmente propicia para llevar a cabo, un gran torneo internacional
de ajedrez.
Se nombró una comisión
organizadora ejecutiva
compuesta de patrocinantes influyentes y adeptos al juego. El total recaudado ascendió a 647 libras y alcanzó con holgura para
hacer frente a algunos
gastos y distribuir premios en verdad valiosos. Es de hacerse notar que todos
los participantes debieron abonar de su peculio los gastos de viaje y estada
en Londres.
Se decidió organizar el gran torneo en base a
la realización de una serie de "grandes encuentros individuales",
como se dio en denominarlos, a cuyo efecto quedaron admitidos jugadores de
cualquier país. Se programó también una serie de encuentros entre jugadores del
interior del Reino Unido, que se llamó Torneo Provincial. Finalmente, se
resolvió jugar también otro torneo de menor importancia en el que intervinieron
varios maestros ingleses y extranjeros. Nos limitaremos a historiar solamente
el torneo del título.
La falta de experiencia en organizar un
certamen sobre bases equitativas para todos los participantes, además de la
falta de ciertos aspectos que hoy en día es imprescindible, pagaron su tributo
y sin duda fue la causa de que se recurriera a un procedimiento tan
inadecuado, que hoy nos parecería inadmisible. En efecto, se decidió hacer un
torneo por eliminación, regido por cláusulas poco comunes. Suponiendo que la
cantidad de participantes fuera de 32 — cifra ideal supuesta para hacer
posibles sucesivas divisiones por 2— los jugadores debían enfrentarse
divididos en 16 parejas, Quienes primero ganaran dos partidas sobre tres, sin
contar las tablas, resultarían ganadores del primer turno, mientras que los
perdedores quedaban automáticamente eliminados. En el segundo turno los
jugadores debían enfrentarse formando 8 parejas, pasando los vencedores al
tercero, quedando clasificados los ganadores para adjudicarse los ocho premios
instituidos. El orden correlativo de estos ocho premios se establecería a
través del resultado del 3º y 4º turno, como se verá más adelante.
Staunton |
Se estableció que el torneo debía jugarse en
el Saint George's Club, que se hallaba cerca de la Gran Exposición y los competidores
debieron presentarse el día antes, de 14 a 18 horas, para proceder al sorteo de
adversarios y fijar los días y horas de juego. La inscripción fijaba el pago de
5 libras y hoy resulta ingenuo pensar que con un aporte así se pretendía
realmente evitar la participación de jugadores inferiores. Además, el ganador
del torneo se comprometía a aceptar el desafío de cualquiera de los
participantes que depositara 100 libras dentro de las 48 horas del reto. También
el desafiado se comprometía a igualar ese depósito.
Quedó establecido que se jugaría de acuerdo a
las reglas vigentes en los principales clubes europeos. Si un jugador se
presentaba con más de media hora de retraso, debía pagar una multa de una
guinea, que ingresaba al fondo del torneo, pero de presentarse tarde por
tercera vez quedaba eliminado de hecho. Las sesiones de juego duraban ¡8 horas!
De no terminarse la partida, debía proseguirse al día siguiente. Las ausencias
sólo se admitían una vez y con justificativo médico, quedaban exentas del pago
de multa.
Wyvill |
Un problema serio que se les presentó a los
organizadores fue decidir sobre el tiempo a acordarse a los jugadores para
meditar sus jugadas. No existían entonces relojes de ajedrez ni a nadie se le
ocurrió pensar en ellos, de modo que, luego de largas discusiones, se resolvió
que se jugara sin limitación de tiempo, lo cual es una enormidad, dejándose
librado a la caballerosidad de los adversarios no llevar las cosas al extremo en
materia de utilización del tiempo. Parece ser que Mucklow y Williams eran los
que más demoraban en realizar sus jugadas, pues comentaba Staunton, al
referirse a uno de los juegos entre dichos adversarios: "No sé si se anotó
el tiempo que duró esta partida, pero debe haber sido portentoso, pues en la
planilla se encontró una significativa anotación del infortunado secretario
fiscal que decía: ‘¡Ambos jugadores están casi dormidos!’" Fue una
defensa siciliana que ganó Williams con las negras en 77 jugadas. Esta
partida, así como varias otras, dieron la pauta de que en lo sucesivo debía hallarse
la fórmula para reglamentar el tiempo para meditar las jugadas.
Hugh Kennedy (Captain) |
A propósito del control del tiempo y apartándonos
brevemente del torneo, resulta interesante mencionar que durante el encuentro
entre Anderssen y Kolisch, disputado en 1860, se utilizaron por primera vez
relojes de arena para controlar el tiempo y se jugó a razón de 24 jugadas en 2
horas.
Pero volvamos al torneo. El 26 de mayo se
efectuó el torneo. Previamente algunos dar lugar así a que se llegara a un
total de 16 jugadores, cifra ideal para facilitar a los organizadores la
realización de una prueba por eliminación. Algunos maestros que habían
anunciado su participación, entre ellos el alemán von Heydebrand und der Lasa,
el ruso Petroff y el francés Saint Amant, a quienes se consideraba primeros
valores en sus respectivos países, no llegaron a presentarse, lo mismo que el
mayor Jaenisch y Schumoff, rusos. Jaenisch llegó recién al terminar el torneo.
El sorteo se llevó a cabo mediante 8 boletas
blancas y 8 amarillas numeradas del 1 al 8. Las boletas blancas daban opción a
elegir la salida y... ¡color de las piezas! Aclaremos que algunos eligieron las
negras para salir, pues aún no estaba reglamentado que las
blancas tienen invariablemente la salida, como hoy es norma
en todo el mundo. El resultado del sorteo fue el siguiente: Kieseritzki - Anderssen;
Löwenthal - Williams; Horwitz - Bird; Szen
- Newham; Mayet - Capitán Kennedy; Lowe- Wyvill; E. S. Kennedy - Mucklow, y Brodie
-Staunton.
Otro detalle curioso: E. S. Kennedy y Brodie,
dos buenos jugadores británicos, fueron designados suplentes de Jaenisch y
Schumoff, hasta que éstos llegaron de Rusia, lo que, como hemos visto, no
llegó a ocurrir a tiempo.
Los inconvenientes de este sistema tan
azaroso se pusieron en seguida en evidencia, pues resultaron algunas parejas
desacertadas, entre otras las de Anderssen y Kieseritzki o la de Horwitz con
Bird, pues fatalmente quedarían eliminados algunos de los mejores jugadores
del torneo ya en el primer turno.
Continuará...
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