21/4/14

OTRA VUELTA DE TUERCA AL "TURCO", EL AUTÓMATA

DECODIFICANDO “MAGIA DECODIFICADA”: "EL TURCO"
Introducción.
Se ha escrito mucho sobre el autómata del siglo XVIII llamado “El Turco”, conocido como la primera “Máquina de Ajedrez”. Desde aquella época hasta el presente, se ha asegurado que “evidentemente” un buen ajedrecista escondido en el interior del artefacto ejecutaba los excelentes movimientos que vencían a casi todos sus adversarios.
Sin embargo, el autor de estas líneas sostiene que en aquella época era posible crear la ilusión de un autómata ajedrecista, activando únicamente su mecanismo y sin ajedrecistas escondidos; pero bajo ciertas condiciones. La clave de esta deducción provino luego de ver un episodio de History Channel denominado “Magia Decodificada”, Capítulo 1.   
 
Breve repaso de su historia
 
El Turco por dentro
El Turco fue construido en 1769 por el ingeniero austríaco Wolfang von Kempelen, y afirmaba que era capaz de vencer a cualquier ser humano en ajedrez. Estaba formado por una cabina de madera de 120 cm de largo por 60 cm de profundidad y 90 cm de alto, dentro de la cual se podían observar una especie de maquinaria; además, un maniquí móvil estaba sentado en ella, vestido con caftán, fez y turbante frente a un tablero con los trebejos.
 
 
 
 
 
Napoleón vs El Turco, con humor
El autómata fue exhibido por primera vez en el año 1770, en la corte de la emperatriz María Teresa de Austria, causando una gran sensación al ganar una partida en pocos minutos contra uno de los numerosos invitados. Posteriormente realizó una gira por Europa durante la década de 1780 que lo popularizó e hizo correr ríos de tinta. Ilustres personajes fueron implacablemente vencidos por el Turco: algunos de la Alta Nobleza, Benjamín Franklin y Napoleón Bonaparte, entre otros.  
 
Cómo podía esconderse alguien, según Poe
Von Kempelen y sus posteriores dueños jamás revelaron los secretos del funcionamiento de este artefacto. Muchos trataron de descubrir de qué manera un jugador podía esconderse y activar el mecanismo; suponían que un niño, un hombre sin piernas…¡y hasta un mono! podían ser los operadores. El gran Edgar Allan Poe fue el que tal vez haya descubierto con su agudo ingenio la manera en la cual podía esconderse un ajedrecista dentro del autómata.
Otras fuentes afirman  que el último ajedrecista que ocupó el autómata fue William Schlumberger, un hombre gordo, que en una ocasión quedó atrapado en la caja y, al pedir ayuda desesperadamente, desenmascaró el secreto del Turco. Luego de muchas exhibiciones en Europa y en América fue donado a un museo de Filadelfia (EEUU) donde, finalmente, un incendio acabó con toda esta entrañable historia pocos años después. Habían pasado 85 años desde la creación de “El Turco”.
 Vuelta de tuerca a la “Máquina de Ajedrez”
 
El Turco reconstruido
Ahora se agrega un nuevo capítulo a esta historia: En el primer episodio televisivo de “La Magia Decodificada”, (History Channel), hay un segmento dedicado al famoso autómata. Aquí se relata un resumen de su origen y funcionamiento bajo una música de fondo que le da un clima misterioso a la narración, reforzado con el testimonio de dos expertos. Luego se presenta al “Ilusionista” (o “Illusion Builder”) John Gaughan, que reconstruyó al Turco hace unos años en EEUU, y que según él es capaz de vencer a un Maestro de ajedrez, sin intervención de ajedrecistas escondidos.
 
 
Ahora empieza el engaño al televidente, contrariando el título de la serie (en castellano al menos), donde en vez de revelar los secretos de la “magia”, le agrega más misterio, aunque de manera artificiosa.
Así presentan los hechos (que se discutirán luego):

El Turco II vs el MI Matikozyan
a) Se organiza un encuentro entre el autómata y un "Gran Maestro", ante unos espectadores. Primero el Ilusionista demuestra al público que no hay una persona escondida dentro de la máquina abriendo todas las compuertas.
 
 
 
Libro de Problemas de Ajedrez
b) A continuación se presenta al Maestro Andranik Matikozyan y el Ilusionista le indica que elija cualquiera de las 250 posiciones de un libro de ajedrez. El narrador justifica este hecho afirmando que: “…El ajedrez es un juego de estrategia; una de las más grandes pruebas de destreza es comenzar un juego en el medio con una situación ya desarrollándose. Esto se llama un ‘juego final’…” 
c) Luego el Maestro dispone las piezas de la posición elegida al azar, el Ilusionista acciona una palanca activando el mecanismo y le “…da vida al Turco…” (según las palabras del narrador).
La posición es la siguiente, indicada tanto en sistema algebraico como en el descriptivo:
Blancas: Ra5, Db6, Ta2, Ca4. Negras (o Rojas aquí): Ra8, Tg6, Tc8, Ah1, Af4, Ce5. (En sistema Algebraico).
Blancas: R5TD, D6CD, T2TD, C4TD. Negras: R1TD, T3CR, T1AD, A8TR, A5AR, C4R. (En sistema Descriptivo)
 
El Turco juega primero, con blancas, su Caballo a la casilla c5 (o 5AD); es decir 1.Cc5 (o C5A).
Además de desplazar el brazo para ejecutar su movida, el autómata mueve la cabeza y los ojos creando la ilusión de intimidar al rival y sorprender a la audiencia. A continuación el Maestro, con rojas (en adelante negras), captura la Dama con una de sus Torres que es la mejor defensa; es decir 1…Txb6 (o 1…TxD).
Continúa la siguiente secuencia: 2.Rxb6+ Rb8 3.Ca6+ Ra8 4.Cc7+ Rb8 5.Ta8+ Axa8 6.Ca6 jaque mate (o mate)
(En notación descriptiva 2.RXD+ R1C 3.C6T+ R1T 4. C7A+ R1C 5.T8T+ AXT 6.C6T mate)   
Comienzo de la "partida"
Final de la "partida"
 
 

Termina con un bonito jaque mate
d) El Ilusionista y dueño del autómata manifiesta con un orgullo mal disimulado: “Y esto es un jaque mate”. El público aplaude con entusiasmo, ante el asombro del Maestro.
Pues bien, la ilusión que muestran es que un artefacto mecánico ha vencido a un verdadero Maestro de ajedrez; el Ilusionista se niega revelar sus secretos y todo queda como un caso no cerrado...
 
Decodificando “Magia Decodificada”
Lo visto en este episodio confirma la hipótesis de que el autómata podía “jugar” al ajedrez, pero en realidad es una apariencia o "ilusión". En primer lugar, esta máquina sólo puede jugar ciertas posiciones ganadoras: se colocan las piezas de tal manera que luego de movimientos forzados se llegan al mate. Muy similar a poner datos aritméticos a una calculadora mecánica, y luego de activarse el mecanismo solo sigue los pasos directos que llevan al resultado exacto, que en este caso es el jaque mate. En palabras de Poe “es una  sucesión de pasos  infalibles que  no pueden cambiar  ni  ser objeto de modificación. Admitido  esto, podemos fácilmente concebir la posibilidad de construir una pieza de mecanismo que tomando su punto de partida en  los datos de  la cuestión que hay que  resolver, continuará  sus movimientos regulares, progresiva e  inevitablemente, hacia  la solución requerida…”, refiriéndose a una calculadora mecánica; pero es que “El Turco” funciona de la misma manera, con el detalle original de que funciona con ayuda del mismo rival, que cada vez que realiza su jugada va completando alternadamente los pasos hacia el inevitable final. Como una especial caja de música que se detiene y se activa sucesivamente. De esta manera, se crea la ilusión de que el autómata “jugaba” ajedrez; en realidad ejecuta movimientos previamente automatizados por su creador, de una colección de movimientos “preprogramados” (como finales de partida o algún medio juego con ventaja ganadora).
Indagando sobre los hechos antes mencionados en cuatro partes:
Parte a: Se arma un falso enfrentamiento entre un supuesto "Gran Maestro" (no lo es por ser Maestro Internacional, un título inferior aunque respetable)  y el “Turco II” (en adelante Turco) operado por el “Ilusionista”, quien muestra al público el interior del artefacto, con el ánimo de crear el clima adecuado. Tal vez imite la presentación que realizaba von Kempelen, y esta recreación del Turco es muy comparable a los grabados antiguos; forma parte del espectáculo para acentuar la ilusión. No hay objeciones aquí.
¡Andranik es MI o IM, pero no un GM! Ver sitio oficial de la FIDE...
Parte b: En esta parte está la clave de la ilusión, pero a su vez el lamentable engaño al televidente.
Si verdaderamente el autómata juega ajedrez, debería empezarse desde la posición inicial, donde el resultado es incierto, y no desde ciertas posiciones arbitrarias, en las cuales el resultado ya es definitivo. Pero se engaña al televidente con la falsa idea que “…El ajedrez es un juego de estrategia; una de las más grandes pruebas de destreza es comenzar un juego en el medio con una situación ya desarrollándose. Esto se llama un ‘juego final’…” 
Primero que no es lo mismo comenzar un juego empezado,  que desde el principio. El Maestro no tuvo oportunidad de crear la posición del medio juego impuesto y está obligado a jugar en una posición perdida para él. Además  se confunden los términos ‘medio juego’ y ‘juego final’ que son dos partes distintas en una partida de ajedrez. Demos la ventaja de que el Maestro haya seleccionado realmente al azar una de las 250 posiciones finales del libro de ajedrez propuesto, con la opción de que haya “elegido” una posición previamente acordada con el ilusionista para ahorrarse el armado de 250 secuencias mecánicas. El resultado de la ilusión es la misma, aunque me inclino por la última opción por ser más operable.  Esto ya representaría un escenario preparado de antemano, con la colaboración voluntaria del Maestro que simula estar frente a un desafío, pero que en realidad es una actuación bien ensayada.
El programa televisivo NO aclara esta importante cuestión, que sería justamente el motivo de estos episodios: decodificar la magia.  
 
Parte c:
Juegan las blancas y ganan (mate en 6)
Colocan una posición de Juegan las Blancas y dan Mate en 6 Jugadas, por supuesto favorable al “Turco”; la única movida ganadora es 1.Cc5 (1.C5AD), que puede comprobarse con un programa de ajedrez para computadoras. Ahora las negras pueden responder de muchas maneras, donde suceden mates en 3 movimientos; y la única defensa para demorar el mate es, 1…Txb6 (1…TxD). Precisamente ésta es la jugada que ejecuta el Maestro, porque supuestamente siempre debe realizar la mejor movida, pero… ¿Qué hubiese pasado si el Maestro no capturaba la Dama con su Torre y realizaba otra defensa más débil?
 
 
Esto sí que da para especular. En el peor de los casos, el autómata jugaría ¡Rey Blanco por Dama Blanca! (Jugada claramente ilegal), ya que estaría preparado para desplazar la pieza ubicada en la casilla b6 (6CD) y ubicar el rey, dándose por descontado que su rival haya jugado Torre por Dama. Si este desliz hubiera ocurrido se resolvería el misterio: el “Turco” realiza movimientos previamente preparados de forma mecánica, es decir, actúa como un autómata común.
En el mejor de los casos, el Ilusionista debe tener programado de forma mecánica todas las secuencias ganadoras a las más de 40 respuestas de las negras (o rojas, se entiende) en la primera jugada defensiva. Es posible que la máquina sea capaz de jugar las decenas de variantes de mate; y hasta ser capaz de resolver todas las subvariantes de las 250 posiciones del libro; muy difícil, pero no imposible. 
Pero esto solamente serían cuestiones técnicas admisibles.  El punto es que “aceptados  ciertos  datos,  se  siguen  ciertos  resultados,  necesaria  e  inevitablemente”; funciona como un verdadero autómata, aunque complejo, que simula jugar ajedrez. Es vistoso ver al Turco mover las piezas y gesticular dando la apariencia de estar vivo; muy buen efecto. Parece moverse lentamente, por lo que las cámaras aceleran la secuencia cuando le toca jugar.
 
Parte d: Luego del bonito mate, el Maestro afirma sobre el Turco : “Parece un gran diestro maestro jugando. Es un misterio para mí. Es un jugador muy fuerte”. Es indiscutible que Matikozyan no es sincero y que es parte de la actuación. Un Maestro Internacional  sabe valorar cualquier posición de ajedrez; debió haber notado al menos que ya estaba perdido cuando le tocó jugar. No hay dilema que un Maestro aparente jugar ajedrez con un artefacto mecánico, pero arriesga su reputación con sus falsos comentarios. Sólo consigue confundir aún más al televidente incauto o lego en el juego. Matikozyan podía haber expresado que era una muy buena ilusión y estaba entusiasmado de haber participado, por ejemplo, y todo estaría bien.
 
El MI Matikozyan comenta su "derrota".
Conclusiones
Merecido reconocimiento al Turco
Se perdió una buena oportunidad para reivindicar al “Turco” original: un potencial autómata interactivo que aparentaba jugar ciertas posiciones ganadoras de ajedrez y que lo convertía en una máquina de entretenimientos única. Esto es lo que se observó en “Magia Decodificada”, al menos la versión reconstruida del Turco. Podían haber aseverado que el autómata original funcionaba con los mismos principios, que debió considerarse una hazaña tecnológica y parte de la historia de la automatización, que no era un gran misterio en realidad, etc. Pero en este episodio televisivo no lo admitieron así lamentablemente, sino todo lo contrario.
Una verdadera lástima.   
 
Ahora si se acepta que este autómata jugaba una partida desde el principio y vencía, ya “es otro cantar”, y comparto con lo que publicó Edgar A. Poe entre otros: un humano escondido jugaba por el Turco.
Entonces en realidad era: ¡Un autómata “tracción a sangre”!


Humor: ¡Un joven Bobby Fischer operando al Turco!¿Tendría un DeLorean?
Saludos y espero sus comentarios, queridos amigos.
C. PRADT

15/4/14

Argentina en el Torneo de París 1924 (I)


HISTORIA DEL AJEDREZ EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
1. EL TORNEO INTERNACIONAL DE PARÍS  1924
1.1     El Primer Equipo Argentino de Ajedrez logra la hazaña en Europa
El primer equipo nacional que jugó en el exterior fue el que participó en el Torneo Internacional de París en el año 1924. Anteriormente equipos argentinos habían jugado sin salir del país vía telegráfica contra otras naciones, o jugadores argentinos habían participado en otros países como en los campeonatos sudamericanos de forma individual.
El equipo argentino estaba conformado por:
ROBERTO GRAU, DAMIÁN RECA, LUIS PALAU Y VALENTÍN FERNÁNDEZ CORIA (1).
Equipo Argentino de Ajedrez en París 1924
Argentina consigue un notable Cuarto Puesto, y por lo notable se explicará en seguida: debido a lo oneroso de esta empresa, no se contaba con capitán de equipo; sólo fueron los cuatro con poco dinero. Único país representante de Sudamérica, era el equipo que más kilómetros había viajado para participar de este importante Torneo; durante el largo viaje de ida en buque, se entrenaron rigurosamente ante el vaivén de las olas oceánicas. Sin embargo, la presencia de los argentinos fue extraordinaria. Nadie en Europa conocía a estos cuatro cruzados que - sin medios ni experiencia - peregrinaron para enfrentar a muchos grandes del ajedrez mundial, llegando a lo asombroso: que Grau venciera al gran Max Euwe (futuro Campeón Mundial) y que Alexander Alekhine (Campeón Mundial tres años después) manifestara su sorpresa diciendo "¡Así se juega al ajedrez!". Tal vez no se envió al equipo más fuerte, que según los entendidos podía reforzarse con Illa y/o Villegas si las circunstancias eran más favorables, lo que hubiera reportado mayor cantidad de puntos para Argentina. El mismo Alekhine, como presidente de los jueces del Torneo, organizó el complicado fixture de los encuentros y mientras los jugadores de otros países ganaban puntos por incomparecencia, los jugadores argentinos tuvieron que jugar todas las rondas, las 2 veces diarias reglamentarias; y si les tocaba además jugar partidas suspendidas, jugaban un total de hasta 12 horas diarias, lógicamente sin reposo suficiente. Es más: si hubieran tenido la misma ventaja que aquellos países, Argentina hubiera ocupado como mínimo el tercer puesto, como era de comentario general en Francia. Al no tener fechas libres, descansaban muy poco y la falta de un capitán le restaba fuerza al equipo para analizar las partidas suspendidas o preparar aperturas. El hotel en donde se alojaban era muy modesto y disponían de poco dinero para “subsistir” en el costoso París.
Postal de París, 1924

 Ante las perspectivas mencionadas, las probabilidades de la representación argentina disminuían, pues primaba más la resistencia física que la calidad del juego. Aun así ocuparon por varias rondas el primer y el segundo lugar, siendo sobrepasados al final como se mencionó por la ganancia de puntos de otros países – como Italia y especialmente Suiza –  cuyos rivales no jugaron y ubicándose en puestos más altos que los realmente merecidos.
Por ello esta incursión en Europa superaron las expectativas de los propios jugadores y aficionados, que los recibieron en Buenos Aires como verdaderos héroes de una hazaña titánica.
Así transcurrieron los hechos, para rendirles homenaje con orgullo…
1.2   Participantes y condiciones  del Torneo Internacional de París. El origen de la FIDE  
El desarrollo del ajedrez en el mundo se hacía cada vez más cosmopolita; el primer torneo internacional por equipos fue el Torneo Internacional de París, del 12 al 20 de julio de 1924, por iniciativa de la Federación Francesa de Ajedrez, en ocasión de la VIII Olimpíada. También llamado el Torneo de las Naciones, el equivalente a las actuales ‘Olimpiadas de Ajedrez’. Luego de este Torneo Olímpico oficioso se funda en esta misma ciudad la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez, por sus siglas en francés).
 No había antecedentes en la Historia Mundial del Ajedrez en donde se haya celebrado un Torneo de la magnitud de éste, exceptuando los de Maestros, y aún así ninguno de ellos había reunido la representación de tantos países: Argentina, Bélgica, Canadá, Checoslovaquia, España, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Polonia, Rumania, Rusia, Suiza y Yugoslavia; es decir 18 naciones. El torneo es por eliminación, dado el corto espacio de tiempo en que debe decidirse. Figuran entre los inscriptos jugadores de renombre como Blake, Golmayo, Euwe, Balla, Rosselli del Turco y Hromadka, entre otros “aficionados” o “amateur”, ya que no podían participar ajedrecistas “profesionales”.
La calificación de "amateurs" fue uno de los puntos más discutidos. La carta olímpica vedaba hacer una profesión del deporte, y quienes lo hicieran o recibieran una compensación monetaria o de cualquier orden, eran eliminados de los cuadros "amateuristas", no admitiéndolos en las competiciones reservadas a los verdaderos aficionados, vale decir, a quienes no recibieron ayuda de ningún orden. La carta olímpica obligaba a mantener en todos los detalles la norma amateurista, mientras el ajedrez se anexara a las citas que cada cuatro años realizaba el deporte físico. De acuerdo con ese concepto "amateurista" se realizó el Torneo Internacional de la VIII Olimpíada y uno de los objetos principales de su realización fue seleccionar el campeón mundial "amateur", que debía salir del certamen entre los vencedores de las pruebas preliminares, siendo la otra finalidad la clasificación por naciones, que se iba a obtener sumando todos los puntos alcanzados por los representantes respectivos. Finalmente el campeón mundial "amateur" resultó ser el ajedrecista letón Hermanis Matisons (o Mattison), nacido en Riga, el 28 de diciembre de 1894.
Argentina consigue un notable Cuarto Puesto, y por lo notable se explicará en seguida: debido a lo oneroso de esta empresa, no se contaba con capitán de equipo; sólo fueron los cuatro con poco dinero. Único país representante de Sudamérica, era el equipo que más kilómetros había viajado para participar de este importante Torneo; durante el largo viaje de ida en buque, se entrenaron rigurosamente ante el vaivén de las olas oceánicas. Sin embargo, la presencia de los argentinos fue extraordinaria. Nadie en Europa conocía a estos cuatro cruzados que - sin medios ni experiencia - peregrinaron para enfrentar a muchos grandes del ajedrez mundial, llegando a lo asombroso: que Grau venciera al gran Max Euwe (futuro Campeón Mundial) y que Alexander Alekhine (Campeón Mundial tres años después) manifestara su sorpresa diciendo "¡Así se juega al ajedrez!". Tal vez no se envió al equipo más fuerte, que según los entendidos podía reforzarse con Illa y/o Villegas si las circunstancias eran más favorables, lo que hubiera reportado mayor cantidad de puntos para Argentina. El mismo Alekhine, como presidente de los jueces del Torneo, organizó el complicado fixture de los encuentros y mientras los jugadores de otros países ganaban puntos por incomparecencia, los jugadores argentinos tuvieron que jugar todas las rondas, las 2 veces diarias reglamentarias; y si les tocaba además jugar partidas suspendidas, jugaban un total de hasta 12 horas diarias, lógicamente sin reposo suficiente. Es más: si hubieran tenido la misma ventaja que aquellos países, Argentina hubiera ocupado como mínimo el tercer puesto, como era de comentario general en Francia. Al no tener fechas libres, descansaban muy poco y la falta de un capitán le restaba fuerza al equipo para analizar las partidas suspendidas o preparar aperturas. El hotel en donde se alojaban era muy modesto y disponían de poco dinero para “subsistir” en el costoso París. Ante las perspectivas mencionadas, las probabilidades de la representación argentina disminuían, pues primaba más la resistencia física que la calidad del juego. Aun así ocuparon por varias rondas el primer y el segundo lugar, siendo sobrepasados al final como se mencionó por la ganancia de puntos de otros países – como Italia y especialmente Suiza –  cuyos rivales no jugaron y ubicándose en puestos más altos que los realmente merecidos.

Por ello esta incursión en Europa superaron las expectativas de los propios jugadores y aficionados, que los recibieron en Buenos Aires como verdaderos héroes de una hazaña titánica.

Así transcurrieron los hechos, para rendirles homenaje con orgullo…

1.2   Participantes y condiciones  del Torneo Internacional de París. El origen de la FIDE  

El desarrollo del ajedrez en el mundo se hacía cada vez más cosmopolita; el primer torneo internacional por equipos fue el Torneo Internacional de París, del 12 al 20 de julio de 1924, por iniciativa de la Federación Francesa de Ajedrez, en ocasión de la VIII Olimpíada. También llamado el Torneo de las Naciones, el equivalente a las actuales ‘Olimpiadas de Ajedrez’. Luego de este Torneo Olímpico oficioso se funda en esta misma ciudad la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez, por sus siglas en francés).
Logo de la FIDE

No había antecedentes en la Historia Mundial del Ajedrez en donde se haya celebrado un Torneo de la magnitud de éste, exceptuando los de Maestros, y aún así ninguno de ellos había reunido la representación de tantos países: Argentina, Bélgica, Canadá, Checoslovaquia, España, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Polonia, Rumania, Rusia, Suiza y Yugoslavia; es decir 18 naciones. El torneo es por eliminación, dado el corto espacio de tiempo en que debe decidirse. Figuran entre los inscriptos jugadores de renombre como Blake, Golmayo, Euwe, Balla, Rosselli del Turco y Hromadka, entre otros “aficionados” o “amateur”, ya que no podían participar ajedrecistas “profesionales”.
Participantes de París 1924
La calificación de "amateurs" fue uno de los puntos más discutidos. La carta olímpica vedaba hacer una profesión del deporte, y quienes lo hicieran o recibieran una compensación monetaria o de cualquier orden, eran eliminados de los cuadros "amateuristas", no admitiéndolos en las competiciones reservadas a los verdaderos aficionados, vale decir, a quienes no recibieron ayuda de ningún orden. La carta olímpica obligaba a mantener en todos los detalles la norma amateurista, mientras el ajedrez se anexara a las citas que cada cuatro años realizaba el deporte físico. De acuerdo con ese concepto "amateurista" se realizó el Torneo Internacional de la VIII Olimpíada y uno de los objetos principales de su realización fue seleccionar el campeón mundial "amateur", que debía salir del certamen entre los vencedores de las pruebas preliminares, siendo la otra finalidad la clasificación por naciones, que se iba a obtener sumando todos los puntos alcanzados por los representantes respectivos. Finalmente el campeón mundial "amateur" resultó ser el ajedrecista letón Hermanis Matisons (o Mattison según otros), nacido en Riga, el 28 de diciembre de 1894.


2/4/14

Historia del Ajedrez en Argentina 1


HISTORIA DEL AJEDREZ EN LA REPÚBLICA ARGENTINA

1.1  La introducción del ajedrez en América y en el Río de la Plata

Lógico es aseverar que el ajedrez llegara al continente americano a través de los conquistadores españoles entre fines del siglo XV y principios del siglo XVI. Es muy conocido el caso de Atahualpa, el monarca inca que supuestamente "sabía jugar al ajedrez" porque lo había aprendido de sus captores europeos, que luego fuera asesinado en 1533.  Este soberano es  considerado el “primer ajedrecista” de los Pueblos Originarios americanos y hasta se le adjudica el denominado “Gambito de Atahualpa” (1.e4 f5).  

El Emperador Atahualpa, primer ajedrecista nacido en América

Según los investigadores, los primeros indicios del  ajedrez en el Río de la Plata datan de las primeras décadas del siglo XVII, más precisamente en la ciudad de Buenos Aires cerca de 1600.  Por ejemplo, en el año 1610 la Sociedad del Cuadrilátero decidió instalar el casino más importante del Río de la Plata con varios juegos, incluido el ajedrez. También existía una casa de juegos en la ciudad de Buenos Aires en la intersección de las actuales calles de Alsina y Bolívar, propiedad del funcionario Simón de Valdez, que explotaba en sociedad con el notario Juan de Vergara, (ambos acusados y encarcelados por contrabando posteriormente). El historiador Raúl Molina menciona que al parecer el cacique Tubichamini jugaba ajedrez en la casa de Valdez, para lo cual cita en una de sus obras un expediente de un tal Cristóbal González: "... un testigo vio, no sin asombro, que jugaban dos indios".

En síntesis, la original introducción del ajedrez en estas tierras, tuvo por protago­nistas a conquistadores europeos, pero también a contrabandistas y aventureros sedientos de riquezas y poder. Algunos de ellos practicaban el “Arte de Caissa” en casas de juegos mientras embaucaban las leyes de la Corona Española…

  1.2 El ajedrez en Argentina durante el siglo XIX
Durante el siglo XIX el ajedrez, ya arraigado en el continente americano, acompañaba a los ejércitos en sus campañas. El mismísimo General José de San Martín era un buen ajedrecista; también jugaban ajedrez Necochea, Lavalle, José María Paz y otros tantos jefes militares, así como políticos de la talla de Rivadavia. En los salones de las familias acomodadas de la Buenos Aires poscolonial se practicaba ajedrez, donde las damas y los caballeros combatían el tedio en parte de sus veladas.

Sin embargo, las primeras formas organizativas del ajedrez en Argentina comenzaron en los cafés de la ciudad de Buenos Aires, reflejándose en el famoso “Café de la Régence”. En este distinguido Café parisino, que funcionaba desde 1750, reunía a grandes personalidades (como Napoleón) y ajedrecistas europeos, inclusive recibió la visita del genio estadounidense Paul Morphy.

Es considerado al “Café Lloveras” como el precursor, donde los mejores jugadores de la ciudad porteña se congregaban a mediados del siglo XIX en las mesas de ajedrez a cambio de unas económicas tazas de café. Se ubicaba en la calle Hipólito Yrigoyen (que se llamaba entonces Calle de la Victoria), a mitad de cuadra entre Perú y Bolívar. El Café Lloveras funcionó como tal hasta el año 1916, y fue la base del Club Argentino de Ajedrez fundado en 1905. 

La práctica del juego ciencia se realizaba en otros cafés de Buenos Aires; se dice que en el “Café de los Catalanes” el primero en existir en la ciudad (funcionó desde 1799 a 1873), se jugaba ajedrez. Estaba ubicado en la esquina de las actuales calles San Martín y Tte. Gral. Juan D. Perón. El famoso “Café Tortoni”, que funciona desde 1858, congregaba a las más distinguidas personalidades de la cultura y política nacional. Este café, en principio ubicado en la esquina de las calles Rivadavia y Esmeralda, y desde 1893 hasta hoy en Av. de Mayo 825 de la Ciudad de Buenos Aires, fue el lugar de la primera institución dedicada exclusivamente al ajedrez en Argentina denominado “Club de Ajedrez” desde 1881. Aún a principios del siglo XXI es posible pedir en el “Tortoni” un tablero y trebejos para jugar o analizar una partida de ajedrez acompañado de un café.

Otro prestigioso café es el de “los 36 Billares”. Al principio se llamaba “Café de los 24 Billares” y se ubicaba en la calle Cangallo (hoy  Tte. Gral. Juan D. Perón). En 1885 un grupo de fuertes aficionados entre los que se destacaban Alberto Gelly y Arnoldo Eggeling; luego en 1894 la firma se mudó a la calle La Piedad (hoy Bartolomé Mitre) con el nombre de “Café de los 36 Billares”; su dueño -Juan Cazabán - tenía varias sucursales como la ubicada en la calle Corrientes 955, donde se jugaba ping pong y ajedrez. El “Café de los 36 Billares”, además de ser la base del “Círculo de Ajedrez” fundado en 1916, se llegaron a disputar torneos de primera categoría en 1926 y 1929; grandes campeones y ajedrecistas de renombre visitaron el Café durante muchas décadas del siglo XX. Funcionó hasta noviembre de 2013, con la misma apariencia de 1894.

"Los 36" era llamado por sus parroquianos al mítico Café

Café los 36 Billares

Ha sido conservado así desde su inauguración hasta 2013
 
Café Tortoni en 1908, lugar de batallas ajedrecísticas...

1.3 El primer club de ajedrez en Argentina
Se considera al Club del Progreso como la primera institución no ajedrecística, en la que tal vez germinaron las elementales ideas organizativas del ajedrez nacional (funcionaba desde 1852 en una casa de la calle Perú entre Alsina e Hipólito Yrigoyen y luego en 1856 pasó al Palacio Muñoa en la esquina de Perú e Hipólito Yrigoyen, para mudarse nuevamente en 1898 al edificio de la Av. de mayo 633 de la Capital Federal, donde estuvo hasta 1940. Su actual sede está en la calle Sarmiento 1334 de la Ciudad de Buenos Aires). En sus salones se comenzó a practicar ajedrez por parte de la alta burguesía porteña, sin partidas donde se dejaran constancias escritas. Entre los aficionados más destacados de esa época un investigador cita a Francisco Balbín, Nicanor Albarellos, Agustín Drago, Juan Carlos Gómez y José B. Sala.

Sin embargo, el primer club dedicado exclusivamente al ajedrez en la República Argentina se llamó simplemente “Club de Ajedrez”, que funcionó desde el 15 de junio de 1881 en Suipacha 10 esquina Rivadavia de la Ciudad de Buenos Aires. El primer presidente de esta institución fue Carlos Herrero, y se reconoce también como sus fundadores más caracterizados al Dr. Emilio Ca­rranza, al Ing. Julián Balbín y a Cupertino del Campo. Otros socios que se pueden mencionar son los siguientes:   Laureano L. Acevedo, Artu­ro Aced, Juan Corradi, Vicente Cordero, Gustavo Doermer, Ignacio Freire, Federi­co Fritzsch, Miguel Ángel Gelly, Ernesto Kley, Máximo Léderer, José O. Machado, Ricardo Newton, Francisco Olmedo, Eustaquio Riestra, Leopoldo Schnabl, Héctor Soto, Juan José Soto, Christian Heuser, Francisco Ortiz, Samuel Rosetti y el Gral. Julio de Vedia.

Ese año se realiza el primer Torneo y ocuparon el primer puesto empatado el propio Dr. Emilio Carranza, Miguel Ángel Gelly y Avelino Molina, siendo así el primer Torneo de Ajedrez organizado en el país. El club poco tiempo después se mudó al Café Tortoni y en 1885 finalizó su existencia en el Club Catalán.
Pero este club resurge un año después: en 1886 se funda el Club con el mismo propósito y nombre instalándose en el entresuelo de la casa de la calle Suipacha y Piedad, hoy Bartolomé Mitre*.


Tapicería "La Reina" Bartolomé Mitre (La Piedad) y Suipacha, donde antes funcionara el  "Club de Ajedrez", visto desde la Tapicería San Miguel, actualmente Palacio San Miguel, de la Ciudad de Buenos Aires.



El éxito de la concurrencia permitió que se realizara el “Torneo Mayor", del que resultaran vencedores el Dr. Julián Balbín y el Dr. Arturo Galcerán, quienes jugaron un match de desempate, del que resultó vencedor Galcerán. El presidente de la segunda etapa del Club de Ajedrez fue Vicente Cor­dero, quien había sido uno de los fundadores primigenios. Posteriormente, varios integrantes de este Club fueron los primeros socios -hasta incluso miembros fundadores- del Club Argentino de Ajedrez, que abriera sus puertas en 1905.
En la Ciudad de Buenos Aires, los clubes, sociedades y cafés conocidos donde se practicaba ajedrez entre mediados del siglo XIX y comienzos del XX son los siguientes:
CLUBES:
Club del Progreso, 1852; Club de Gimnasia y Esgrima, 1880; Club de Ajedrez, desde 1881 a 1885, de 1886 a 1888 y de 1899 a 1900; Club de Ajedrez Buenos Aires de 1889 a 1893 y desde 1911 a 1912; Club Internacional de Ajedrez, de 1897 a 1898; Club Escandinavo de Ajedrez, de 1900 a 1907; Club de Ajedrez del F C. del Sud, 1902; Club de Ajedrez, del F C. Central Argentino, 1904; Club Argentino de Ajedrez, 1905; Círculo de Ajedrez, 1916; Agrupación Escaquística, 1918; Círculo de Ajedrez Vélez Sársfield, 1918. Otros: Club del Plata, Club Español, Club de Empleados de Compañías de Seguros, English Literary Society, Young Men's Christian Association. Algunos de los clubes mencionados siguen funcionando en el siglo XXI.
CAFÉS.
“Café de los Catalanes”, Café "24 Billares", Café de "Los 36 Billares", Café "Katuranga", Café "Lloveras", “Café Tortoni”
* El autor de estas líneas tuvo el honor haber vivido en este lugar mucho después, pero cuando ya funcionaba una reconocida empresa- “La Reina”- dedicada a la decoración de interiores….La fotografía de esta histórica casa -inédita en Internet- es conservada por mi familia desde hace más de 40 años. Me es grato suponer que la misteriosa pasión que siento por el ajedrez se debe a que la absorbí de esa casa  tan especial … como agradecimiento, esta foto es mi humilde aporte tanto para la Historia del Ajedrez Argentino como para la Historia de mi querida Ciudad de Buenos Aires.   
Esta casa fue demolida a fines de los ’70, y actualmente en su lugar funciona un edificio de una firma bancaria. Cruzando Bartolomé Mitre está la Catedral de San Miguel (calle de la derecha)