26/12/15

LONDRES 1851: El Primer Torneo Internacional de Ajedrez (I)



EL PRIMER TORNEO DE AJEDREZ SE JUGÓ EN LONDRES EN 1851
(Basado en el relato de Ernesto Maeder,
 Revista AJEDREZ  mayo 1958, Editorial SOPENA )
Crystal Palace por dentro
El primer torneo que recuerda la his­toria del ajedrez, en el que intervi­nieron renombrados maestros —en cierto modo podríamos calificarlos de la escuela romántica— fue el que tuvo lugar en Lon­dres en el año 1851. Competencia internacional que inició una importante época, tuvo la virtud de popularizar el juego y propul­sar su estudio y progreso técnico. Aparte del interés histórico que reviste, lo rodearon incidencias y detalles curiosos, cuando no pin­torescos, interesantes de recordar en nues­tros días.

Crystal Palace (‘Palacio de Cristal’) sede de la Gran Exposición
Hacía tiempo que los ajedrecistas ansiaban la realización de una justa para dirimir quiénes eran los mejores maestros y espe­raban también que la bibliografía ajedre­cística se enrique­ciera con la compilación de nuevas partidas magistrales. También debía aprovecharse la oca­sión, para establecer y unificar ciertas re­glas del juego, hasta entonces bastante va­riadas y confusas.
La competencia tuvo lugar en un momento propicio, pues se llevó a cabo mientras se realizaba una Gran Exposición Internacional en una época tranquila y progresista, crean­do una atmósfera realmente propicia para llevar a cabo, un gran torneo internacio­nal de ajedrez.
Se nombró una comisión organizadora eje­cutiva compuesta de patrocinantes influyen­tes y adeptos al juego. El total recaudado ascendió a 647 libras y alcanzó con holgura para hacer frente a algunos gastos y distribuir premios en verdad valiosos. Es de hacerse notar que todos los participantes debieron abonar de su pe­culio los gastos de viaje y estada en Londres.
Se decidió organizar el gran torneo en base a la realización de una serie de "gran­des encuentros individuales", como se dio en denominarlos, a cuyo efecto quedaron admitidos jugadores de cualquier país. Se programó también una serie de encuentros entre jugadores del interior del Reino Uni­do, que se llamó Torneo Provincial. Final­mente, se resolvió jugar también otro tor­neo de menor importancia en el que inter­vinieron varios maestros ingleses y extran­jeros. Nos limitaremos a historiar solamente el torneo del título.
La falta de experiencia en organizar un certamen sobre bases equitativas para todos los participantes, además de la falta de cier­tos aspectos que hoy en día es imprescindible, pagaron su tributo y sin duda fue la causa de que se recurriera a un proce­dimiento tan inadecuado, que hoy nos pa­recería inadmisible. En efecto, se decidió hacer un torneo por eliminación, regido por cláusulas poco comunes. Suponiendo que la cantidad de participantes fuera de 32 — cifra ideal supuesta para hacer posibles sucesivas divisiones por 2— los jugadores debían en­frentarse divididos en 16 parejas, Quienes primero ganaran dos partidas sobre tres, sin contar las tablas, resultarían ganadores del primer turno, mientras que los perdedores quedaban automáticamente eliminados. En el segundo turno los jugadores debían en­frentarse formando 8 parejas, pasando los vencedores al tercero, quedando clasifica­dos los ganadores para adjudicarse los ocho premios instituidos. El orden correlativo de estos ocho premios se establecería a través del resultado del 3º y 4º turno, como se verá más adelante.
Staunton

Se estableció que el torneo debía jugarse en el Saint George's Club, que se hallaba cerca de la Gran Exposición y los compe­tidores debieron presentarse el día antes, de 14 a 18 horas, para proceder al sorteo de adversarios y fijar los días y horas de juego. La inscripción fijaba el pago de 5 libras y hoy resulta ingenuo pensar que con un aporte así se pretendía realmente evitar la participación de jugadores inferiores. Además, el ganador del torneo se compro­metía a aceptar el desafío de cualquiera de los participantes que depositara 100 li­bras dentro de las 48 horas del reto. Tam­bién el desafiado se comprometía a igualar ese depósito.

Quedó establecido que se jugaría de acuerdo a las reglas vigentes en los prin­cipales clubes europeos. Si un jugador se presentaba con más de media hora de re­traso, debía pagar una multa de una guinea, que ingresaba al fondo del torneo, pero de presentarse tarde por tercera vez quedaba eliminado de hecho. Las sesiones de juego duraban ¡8 horas! De no terminarse la par­tida, debía proseguirse al día siguiente. Las ausencias sólo se admitían una vez y con justificativo médico, quedaban exentas del pago de multa.

Wyvill
Un problema serio que se les presentó a los organizadores fue decidir sobre el tiem­po a acordarse a los jugadores para meditar sus jugadas. No existían entonces relojes de ajedrez ni a nadie se le ocurrió pensar en ellos, de modo que, luego de largas discu­siones, se resolvió que se jugara sin limi­tación de tiempo, lo cual es una enormidad, dejándose librado a la caballerosidad de los adversarios no llevar las cosas al extremo en materia de utilización del tiempo. Parece ser que Mucklow y Williams eran los que más demoraban en realizar sus jugadas, pues comentaba Staunton, al referirse a uno de los juegos entre dichos adversarios: "No sé si se anotó el tiempo que duró esta partida, pero debe haber sido portentoso, pues en la planilla se encontró una significativa ano­tación del infortunado secretario fiscal que decía: ‘¡Ambos jugadores están casi dor­midos!’" Fue una defensa siciliana que ga­nó Williams con las negras en 77 jugadas. Esta partida, así como varias otras, dieron la pauta de que en lo sucesivo debía ha­llarse la fórmula para reglamentar el tiem­po para meditar las jugadas.
Hugh Kennedy (Captain)

A propósito del control del tiempo y apar­tándonos brevemente del torneo, resulta in­teresante mencionar que durante el encuen­tro entre Anderssen y Kolisch, disputado en 1860, se utilizaron por primera vez relojes de arena para controlar el tiempo y se ju­gó a razón de 24 jugadas en 2 horas.
Pero volvamos al torneo. El 26 de mayo se efectuó el torneo. Previamente algunos dar lugar así a que se llegara a un total de 16 jugadores, cifra ideal para facilitar a los organizadores la realización de una prue­ba por eliminación. Algunos maestros que habían anunciado su participación, entre ellos el alemán von Heydebrand und der Lasa, el ruso Petroff y el francés Saint Amant, a quienes se consideraba primeros valores en sus respectivos países, no llega­ron a presentarse, lo mismo que el mayor Jaenisch y Schumoff, rusos. Jaenisch llegó recién al terminar el torneo.
 
El sorteo se llevó a cabo mediante 8 bo­letas blancas y 8 amarillas numeradas del 1 al 8. Las boletas blancas daban opción a elegir la salida y... ¡color de las piezas! Aclaremos que algunos eligieron las negras para salir, pues aún no estaba reglamentado que  las  blancas   tienen   invariablemente la salida, como hoy es norma en todo el mundo. El resultado del sorteo fue el siguiente: Kieseritzki - Anderssen; Löwenthal  - Wi­lliams; Horwitz - Bird; Szen - Newham; Mayet - Capitán Kennedy; Lowe- Wyvill; E. S. Kennedy - Mucklow, y Brodie -Staunton.
Otro detalle curioso: E. S. Kennedy y Brodie, dos buenos jugadores británicos, fueron designados suplentes de Jaenisch y Schumoff, hasta que éstos llegaron de Ru­sia, lo que, como hemos visto, no llegó a ocurrir a tiempo.
Los inconvenientes de este sistema tan azaroso se pusieron en seguida en eviden­cia, pues resultaron algunas parejas desacer­tadas, entre otras las de Anderssen y Kieseritzki o la de Horwitz con Bird, pues fa­talmente quedarían eliminados algunos de los mejores jugadores del torneo ya en el primer turno.
Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario